Durante el tiempo en el que estudie la maestría (sistemas de calidad), tuve la oportunidad de conocer distintas metodologías o practicas que permiten medir, pronosticar e inclusive mejorar la calidad de un producto o proceso.
Un factor que siempre habíamos de tener en consideración era el azar; la calidad de un proceso no podría ser 100% perfecta porque siempre algún factor no identificable alteraría el sistema produciendo resultados impredecibles.
Quizás lo más frustrante desde el punto de vista de la calidad es que el azar no puede ser del todo eliminado aunque si mitigado. El azar (o para propósitos de este ensayo "caos") esta en todas partes y puede manifestarse de innumerables maneras, es posible incluso producirlo a voluntad pero al hacerlo nunca jamás obtendremos los mismos resultados.
Dejando de lado un poco la calidad y concentrándonos en este "ente" que la afecta, solo es necesario salir un momento a la calle y observar a las ramas de los arboles siendo movidas por el viento (algo que en efecto hice al escribir este ensayo). ¿Que dicta la dirección que toma una rama con respecto a la otra? Sin duda al adentrarnos a aspectos mas técnicos como la dirección o velocidad del viento, el tamaño y peso de cada rama, etc., podríamos encontrar cierta explicación, pero tarde o temprano llegaremos a un punto en donde no podrá ser posible dar con la variable última que permita medir y sobretodo reproducir (como si de una fórmula se tratase) este evento, por lo que tendremos que concluir que hay cierto grado de aleatoriedad en él.
El caos es sin duda una constante presente en el universo.
Y aunque presente, el universo no se ve gobernado por el caos, existen también muchos fenómenos naturales que nos hacen ver y estar conscientes de la existencia de su antítesis: El orden. Y para esto quizás debamos referirnos a los movimientos terrestres. El movimiento de rotación es un fenómeno que da a cada cara de la tierra la cantidad justa de luz y calor, solo la necesaria para evitar que un lado se cocine mientras que el otro se congele. Lo mismo sucede con el movimiento de translación; en su órbita alrededor del sol la tierra nunca queda tan cerca de éste para cocinarse o tan lejos para congelarse (aunque otros planetas no corran con esa misma suerte).
A diferencia del caos, el orden sugeriría a quien lo observa la existencia de alguna clase de planeación o diseño que no pudiera dejarse a la mera casualidad. Esto nos lleva a una discusión mas del índole filosófica e incluso religiosa que rebasan los propósitos de este ensayo (sin embargo la comento como una idea que pueda usar en posteriores posts).
Pero tal como lo sugieren las filosofías orientales, el orden y caos coexisten en el universo y ambos se complementan. Sin embargo el caos puede crecer y desarrollarse de encontrar el ambiente en donde no haya las reglas o los mecanismos que actúen como su contrapeso. Aquí asumo que el orden necesita cierta clase de diseño, planeación o imposición (por lo que no puede crearse a sí mismo)
Creo que hay fenómenos o eventos (la vida personal, un proyecto, una empresa, un país) que debieran funcionar con orden pero parecieran haber colapsado dentro del caos; cada uno de nosotros como actor dentro de ellos, tenemos algún grado de responsabilidad. Para empezar a hacer un cambio podemos incorporar algo de orden a nuestra vida, quizás empezar en lo profesional sea suficiente (en el campo del desarrollo de software contamos con metodologías, procedimientos, mejores practicas, etc.) o se decida ir mas allá e incorporar el orden en otros aspectos mas personales. Como idea creo que vivir con base en distinguir que es lo correcto/incorrecto y actuar en congruencia con eso, es un buen comienzo.
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